Comprender el lenguaje de la transmisión automática ayuda a conducir mejor y a evitar averías costosas
Los coches con cambio automático han pasado de ser una rareza en España a convertirse en una opción cada vez más habitual. Su principal ventaja es la comodidad: basta con pisar el acelerador o el freno para avanzar o detenerse, sin necesidad de embrague ni de estar pendientes de la palanca en cada semáforo. Sin embargo, para muchos automovilistas sigue siendo un misterio qué significan las letras que aparecen en la transmisión. Entre ellas, dos destacan por su importancia: la S y la P.
La S suele aparecer en los modelos más modernos y corresponde a la función secuencial o sport, según el fabricante. Este modo permite al conductor intervenir de forma más directa en el cambio de marchas, simulando el funcionamiento de una caja manual. Normalmente se gestiona desde la propia palanca o mediante unas levas situadas en el volante. Es útil, por ejemplo, al circular por carreteras de montaña, cuando se requiere una mayor retención del motor, o al adelantar, cuando conviene disponer de una respuesta más rápida del vehículo.
La P hace referencia a parking o estacionamiento. Activarla implica bloquear la transmisión del vehículo, funcionando como un freno de seguridad adicional. Siempre debe seleccionarse cuando el coche queda aparcado, incluso si se ha puesto el freno de mano eléctrico o manual. De esta manera se evita que el vehículo pueda moverse accidentalmente, sobre todo en pendientes.
Además de la S y la P, existen otras posiciones habituales que conviene recordar:
► R (reverse): es la marcha atrás.
► N (neutral): punto muerto, sin tracción.
► D (drive): la marcha hacia delante, que gestiona automáticamente el propio vehículo.
Aunque cada vez más conductores se decantan por esta opción, no está de más conocer sus puntos fuertes y débiles. Entre sus ventajas destacan la comodidad, la facilidad de uso en atascos y la mejora tecnológica que ha reducido el consumo de combustible frente a los primeros modelos automáticos. Sin embargo, requiere un mayor gasto en reparaciones, su precio de compra suele ser más elevado y no siempre permite aprovechar el freno motor, lo que implica un desgaste superior de las pastillas de freno.
El cambio automático es un sistema complejo y sensible. Una falta de mantenimiento puede derivar en averías costosas. Es fundamental revisar periódicamente el nivel y estado del aceite de la caja de cambios, atender a cualquier ruido o vibración inusual y acudir a un taller especializado si se detecta un funcionamiento irregular en las marchas.
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La inversión ha sido financiada por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.