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Distracciones al volante: pequeñas decisiones que provocan grandes riesgos

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Conducir exige atención selectiva, sostenida y dividida para filtrar estímulos, anticipar riesgos y coordinar manos, pies y mirada. La vía también condiciona: tramos monótonos o demasiado familiares favorecen bajar la guardia; la señalización excesiva, la publicidad o mirar un siniestro ajeno desvían la vista del tráfico.

En lo personal, influyen la fatiga y el sueño, el consumo de alcohol, drogas o ciertos medicamentos, el estrés y un estado físico cambiante en viajes largos. Reconocer estos factores es el primer paso para actuar a tiempo.

Consecuencias de las distracciones

Una distracción, aunque sea breve, rompe la cadena de seguridad: percepción → decisión → maniobra. A 100 km/h el coche avanza casi 28 metros por segundo; si apartas la vista del carril cinco segundos, recorres unos 140 metros a ciegas. En ese espacio pueden aparecer un frenazo, un peatón, un animal o un obstáculo. Además, la distancia de detención crece porque reaccionas tarde y frenas peor. El resultado se traduce en salidas de vía, alcances y maniobras bruscas que comprometen la estabilidad y ponen en riesgo a todos los ocupantes.

Qué tipo de distracciones existen

Teléfono móvil y notificaciones: incluso con manos libres, la mente se va de la conducción. Activa el modo “No molestar”, usa soportes homologados y, si debes atender algo, para con seguridad.
GPS y pantallas: programar la ruta en marcha obliga a mirar abajo. Configúralo antes de salir, sigue las indicaciones por voz y evita menús complejos conduciendo.
Radio, música y ajustes: cambiar emisora o volumen exige manos y ojos. Prepara listas y deja que un acompañante lo gestione.
Comer o beber: pierdes una mano en el volante y atención. Planifica paradas breves para hidratarte y comer.
Fumar: encender, sostener y apagar el cigarrillo introduce microdistracciones y riesgo de quemaduras o caída de ceniza. Evítalo conduciendo.
Conversaciones y niños: hablar acaloradamente divide la atención; discute nunca al volante. Con menores, normas claras: ir sujetos, sin gritos ni juegos que distraigan.
Maquillarse, leer o buscar objetos: tareas incompatibles con la seguridad. Nada de retoques ni lectura en atascos; no rebusques en guantera con el coche en marcha.
Mirar accidentes o paisajes (“efecto mirón”): frenas sin motivo y creas nuevos peligros. Mantén la vista en tu trayectoria.
Fatiga, somnolencia y emociones: bostezos, parpadeo pesado o ira al volante reducen tu margen. Descansa cada dos horas, ventila el habitáculo y regula la temperatura.

Cómo prevenirlas y conducir con atención

Planifica el viaje: ruta, gasolina y horarios con margen para descansos.
Móvil fuera de alcance visual y notificaciones silenciadas; si usas apps, que sea con comandos de voz.
Habitáculo ordenado: nada suelto que ruede o te tiente a buscarlo.
Ambiente sereno: volumen moderado, climatización estable y conversaciones que no te saquen de la conducción.
Pausas inteligentes: estira piernas, hidrátate y evita comidas pesadas.
Medicamentos: lee el prospecto; si afectan a la atención, no conduzcas.
Tecnología como ayuda, no excusa: ADAS (frenada automática, aviso de carril) no sustituyen a tu vigilancia.

Evitar las distracciones no es cuestión de suerte, sino de hábitos conscientes. Si cuidas tu estado, preparas el trayecto y eliminas tentaciones, conduces más seguro y llegas mejor. Y recuerda: un coche bien mantenido también te ayuda a reaccionar a tiempo. En NubeCar ponemos tu vehículo al día para que nada te quite la atención de la carretera.

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