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Conoce los síntomas que avisan de la necesidad de sustituir el líquido de frenos

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Un buen mantenimiento del vehículo puede suponer la diferencia entre evitar un accidente de tráfico o sufrir un siniestro. Y entre todos los sistemas de seguridad que componen el automóvil, y en el que su buen estado influye de forma determinante en nuestra seguridad en carretera es el sistema de frenado.

Mientras que algunos componentes de este sistema, como el pedal, no necesitan cuidados especiales a lo largo de la vida útil del vehículo, otros, como las pastillas o los discos de freno requieren sustituciones periódicas. Y lo mismo ocurre con el líquido de frenos, uno de los fluidos que más desapercibido suele pasar para los automovilistas pero que el vital para viajar más seguros.

Bloqueo por vapor, o ‘vapour lock’

No en vano, este líquido en mal estado puede provocar que las frenadas sean más prolongadas en determinadas circunstancias. "Cuando, por ejemplo, por las altas temperaturas y por una frenada prolongada se llega al punto de ebullición del líquido de frenos, la humedad en el líquido se convierte en gas", explican desde Elige calidad, elige confianza (ECEC), iniciativa formada por un grupo de fabricantes de componentes adheridos a Sernauto. "Con temperaturas elevadas, la evacuación del calor es más difícil y los discos pueden llegar a deformarse, elevando la temperatura de trabajo, lo que conlleva el riesgo de que el líquido de frenos pueda llegar a hervir y se produzca un bloqueo por vapor, o ‘vapour lock’, con ausencia de frenada", argumentan.

El punto de ebullición de este líquido, según ECEC, puede llegar a disminuir un 20 % en dos años debido al desgaste por el paso del tiempo y la absorción de humedad. Por ello, "es muy recomendable sustituirlo y seguir las recomendaciones de los fabricantes", apuntan desde la iniciativa.

Cuándo sustituir el líquido de frenos

Además del periodo de validez recomendado —como decíamos, cada dos años (o 40.000 kilómetros, lo que antes ocurra)—, existen indicadores para intuir que el líquido de frenos está desgastado y, por lo tanto, necesita ser sustituido en el taller.

"Los síntomas de este potencial grave efecto son que notamos los frenos más ´esponjosos´, con más recorrido, hundiéndose más el pedal, hasta el punto de que más adelante dejarían de funcionar", indican.

También, si se aprecian "ruidos o vibraciones al frenar, que el pedal de freno se hunde, está muy duro o pierde capacidad de frenado, deberíamos someter el vehículo a revisión lo antes posible", advierten.

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